Sanar y vivir el presente, es algo que debemos evaluar y replantear, dado que muchas veces venimos cargados de aquellas cosas que nos han afectado, y esto se llama “pasado”. Se suele pensar que, si algo ya pasó, en el presente no tendrá consecuencias, pero la realidad es otra, y aquello hace estragos.

Es importante revisar aquellas relaciones que se dejaron en el pasado, tal vez hay apegos de los cuales aún sigues anclado y eso no te puede dejar avanzar en otros aspectos y no solo afecta tu presente sino tu entorno. En familia, la relación entre padres e hijos, amigos, puede que se hayan lastimado y eso marca la vida de manera fuerte, y eso puede opacar el corazón, la felicidad, el poder tener ese ambiente de hogar y amistad, no dejemos perder las personas bonitas que llegan a nuestra vida, dejemos que las heridas se sanen y vivamos un presente lleno de gozo.

Si no sanas aquello que te lastimó, tal vez te persiga por toda la vida, puedes olvidarlo por momentos, pero esas heridas son profundas y llegan a generar dolor, desesperación, tristeza, eso no es lo mejor para ti, eres valioso y mereces todo lo mejor del mundo.

Buscar ayuda, espiritual y psicológica es una buena opción, muchas veces por nuestras propias fuerzas, no podemos, pero muchos nos aman y prestan sus manos, consejos, abrazos para empezar a sanar aquellas heridas del alma. Sin duda Jesús está para sanar las heridas del pasado, tan solo debes permitir dejarlo entrar para que todo cambie y sane.

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